desinsectación
Los artrópodos se clasifican en insectos, arácnidos y crustáceos.
El primer grupo es el más numeroso, con cerca de un millón de especies, de las que una pequeña porción están involucradas en la transmisión de enfermedades, como vectores mecánicos o biológicos de organismos patógenos, desencadenantes de cuadros tóxicos, fenómenos alérgicos o responsables de la contaminación de los alimentos y deterioro de la madera, utensilios, etc…
El término desinsectación se refiere al conjunto de técnicas y métodos dirigidos a prevenir y controlar la presencia de ciertas especies de artrópodos nocivos en hábitat determinado. Aunque en sentido espúreo el término se refiere al control de insectos (en conjunto representan el 80% de las especies conocidas), éste engloba a otras especies, fundamentalmente arácnidos y crustáceos, cuyas características básicas son; invertebrados, con el cuerpo segmentado, dotados de exoesqueleto quitinoso, apéndices articulados en número par y reproducción sexuada (con excepciones).
Los insectos constituyen las especies más tenaces de la naturaleza, con una gran capacidad de adaptación lo que ha permitido su proliferación en la práctica totalidad de los ambientes «artificiales» que configuran el medio urbano-industrial. Los rasgos básicos que confieren esta gran capacidad de adaptación se refieren a la estructura quitinosa (exoesqueleto) que otorga gran resistencia a estas especies frente a factores agresivos del medio (golpes, calor, etc.). El pequeño tamaño permite el desarrollo de un sistema circulatorio sencillo, el proceso de respiraciones a través de estructuras simples; las necesidades de alimentación son pequeñas y encuentran fácilmente refugio eludiendo así a los depredadores. Su capacidad para volar, junto al enorme potencial reproductor y a un proceso madurativo desde el huevo al adulto (imago) a lo largo de las cuales pueden alimentarse de recursos diferentes, han permitido a estos grupos biológicos colonizar la práctica totalidad de los hábitat y extenderse rápidamente.